lunes, 17 de noviembre de 2014

Malaga. Una Oracion por los Difuntos.

La Iglesia ora a menudo por los difuntos. Estas prácticas tienen su origen en las primitivas memorias en honor de aquellos mártires que dieron su vida por no renunciar a la fe en los primeros siglos de vida del cristianismo. Este modo de rezar conlleva tanto a la glorificación comunitaria de los santos como a la liberación de las almas insuficientemente purificadas del pecado.
En este sentido la Archicofradía celebró en la tarde de ayer Solemne Misa de Réquiem en cuya homilía nuestro Director Espiritual nos recordó la importancia de su aplicación por el alma de los hermanos difuntos. Sí la Eucaristía, de por sí, es el único alimento que nos sacia a través de la
comunión del cuerpo y la sangre de Cristo, ese "sabor" se potencia mucho más cuando la liturgia se ve enriquecida por la exquisitez de la música sacra.Tal es el caso de la Misa que compusiera el músico francés Gabriel Fauré (1886-1888) que, en su tiempo, se adaptaba a las Eucaristías que se celebraban según el rito Tridentino o de san Pío V, es decir, toda en latín. Y así ocurrió ayer. Gracias a la disponibilidad de nuestro Director Espiritual, Rvdo. Cortés Jiménez, sacramento y música, perfectamente ensamblados, nos ayudaron a vivir una Eucaristía plena de matices.

Tanto los solistas (soprano, contratenor, tenor y barítono) como el organista (genialmente interpretado por nuestro hermano Adrian López Portillo), supieron transmitirnos la dulzura de la obra de Fauré a lo largo de la celebración sacramental. Por su parte, el sacerdote nos alentaba a no perder la santa costumbre de ofrecer la Eucaristía a favor de nuestros difuntos.
Finalizada la celebración eucarística nos dirigimos a la Capilla Sacramental mientras se interpretaba “Ad paraisum”. Ante los Sagrados Titulares se rezó un responso por los difuntos, finalizando los cultos con el canto del motete Mille regretz, atribuido a Josquen des Prez, popularmente conocido como La canción del Emperador (por la debilidad que hacia esta chanson francesa tenía el emperador Carlos I de Habsburgo). 


Parecía que Jesús de la Pasión nos pedía y ofrecía, sosiego, calma, paz. El motete, aunque profano, contiene una bella declaración de amor y de dolor, motivos iconográficos que representa nuestra Madre del Amor Doloroso: 

Mil pesares [siento] por abandonaros
y por alejar de mí vuestro amoroso rostro;
tengo un dolor tan grande y una pena tan dolorosa
que en breve verán todos acabar mis días.


Muchas gracias a la Archicofradía por facilitar la oportunidad de vivir esta experiencia y rezar, todos juntos, por las almas de nuestros familiares y amigos que disfrutan ya de la real presencia del Señor. 


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